Yosper, París (Francia).
La Torre Eiffel, uno de los monumentos más reconocidos del planeta, guarda en su estructura de hierro una historia llena de datos sorprendentes. Inaugurada en 1889 para la Exposición Universal de París, su construcción no solo cambió el paisaje de la capital francesa, sino que marcó un antes y un después en la ingeniería moderna.
Aunque hoy es símbolo de romanticismo y orgullo nacional, la torre no siempre fue tan querida. En sus primeros años, muchos artistas y ciudadanos la consideraban una “monstruosidad de hierro”. Sin embargo, con el paso del tiempo se convirtió en el ícono más visitado del mundo, atrayendo a más de 7 millones de turistas cada año.

Estas son 15 curiosidades poco conocidas sobre la Torre Eiffel que revelan su lado más fascinante y misterioso:
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Fue construida por Gustave Eiffel, pero el diseño original pertenecía a los ingenieros Maurice Koechlin y Émile Nouguier, empleados de su empresa.
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Se iba a desmontar en 1910, veinte años después de la exposición, pero fue salvada porque servía como antena de telecomunicaciones.
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Su altura cambia entre 15 y 18 centímetros según la temperatura: el hierro se expande con el calor y se contrae con el frío.
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Pesa aproximadamente 10.100 toneladas, y más de la mitad del peso corresponde a la estructura metálica.
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Tardó solo dos años, dos meses y cinco días en construirse, algo impresionante para finales del siglo XIX.
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Originalmente estaba pintada de color rojizo, luego pasó a ocre y finalmente al tono actual llamado “marrón Torre Eiffel”.
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Cada siete años se repinta completamente, utilizando unas 60 toneladas de pintura para protegerla del óxido.
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El propio Gustave Eiffel tenía una oficina privada en la cima, donde recibía a científicos y personalidades como Thomas Edison.
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Durante la Segunda Guerra Mundial, los franceses cortaron los cables del ascensor para que los invasores no pudieran subir fácilmente.
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En 1905 se celebró una carrera hasta la cima: el ganador tardó poco más de tres minutos en subir los 1,665 escalones.
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En días despejados, desde la parte más alta se pueden ver hasta 80 kilómetros de distancia.
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La torre recibe descargas eléctricas de rayos al menos 10 veces por año, pero su estructura está preparada para resistirlas.
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Fue el edificio más alto del mundo durante 41 años, hasta que se construyó el Edificio Chrysler en Nueva York en 1930.
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Tiene 20,000 bombillas que la iluminan cada noche, creando uno de los espectáculos más fotografiados del planeta.
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En 2015 se instaló un aerogenerador ecológico en su estructura para producir parte de la energía que consume.
Hoy, más de un siglo después de su inauguración, la Torre Eiffel sigue siendo símbolo de modernidad y elegancia, una obra que combina arte, ciencia y orgullo nacional. Su silueta, visible desde casi cualquier punto de París, continúa recordando al mundo el poder de la creatividad humana.
