Yosper, Pisa (Italia).
La Torre Inclinada de Pisa, uno de los monumentos más icónicos de Europa, continúa desafiando las leyes de la física. A pesar de su evidente inclinación, que alcanza casi cuatro metros respecto a su eje vertical, el campanario sigue en pie desde hace más de ocho siglos. Lo más sorprendente es que cada año se mueve ligeramente, y los expertos aún debaten por qué logra mantenerse estable.
Construida entre 1173 y 1372, la torre forma parte del conjunto monumental de la Piazza dei Miracoli. Su propósito original era servir como campanario de la catedral de Pisa, pero los cimientos poco firmes del terreno —una mezcla de arena, arcilla y agua— provocaron que comenzara a inclinarse cuando apenas se habían levantado tres de sus ocho niveles.
Durante siglos, ingenieros, arquitectos y científicos han intentado comprender el fenómeno. En la década de 1990, las autoridades italianas incluso cerraron el acceso al público por riesgo de colapso, y fue entonces cuando se desarrolló una intervención sin precedentes: se extrajo tierra del lado opuesto de la inclinación, logrando reducirla en casi 45 centímetros sin afectar la estructura.
Hoy, los estudios más recientes del Grupo de Supervisión del Patrimonio de Pisa revelan que la torre se balancea imperceptiblemente cada año debido a los movimientos del subsuelo, las lluvias y la expansión térmica del mármol. Sin embargo, la flexibilidad de sus cimientos y la distribución desigual del peso le permiten adaptarse sin fracturarse.
Los ingenieros aseguran que la torre podría mantenerse en pie al menos 200 años más, siempre que se continúe con el monitoreo estructural constante. Cada semestre, sensores instalados en su base detectan hasta micromovimientos de milímetros, los cuales se compensan con ajustes controlados en el terreno.
Otra curiosidad es que Galileo Galilei, originario de Pisa, utilizó la torre en el siglo XVI para realizar experimentos sobre la gravedad, arrojando objetos de distintos pesos desde su cima para demostrar que caían a la misma velocidad.
Hoy en día, el monumento atrae a más de 5 millones de visitantes anuales, muchos de los cuales posan simulando “sostenerla” con la mano, sin imaginar que bajo sus pies ocurre un fenómeno geotécnico único en el mundo.
A pesar de su inclinación y del paso del tiempo, la Torre de Pisa sigue siendo un prodigio de equilibrio, un recordatorio de que incluso las obras imperfectas pueden alcanzar la eternidad.
